sábado, 9 de diciembre de 2017

El dolor aleja a cualquiera de casi todo; el dolor es capaz de obligarte a hacer cosas que nunca pensarías hacer, como culpar a Dios de tu infelicidad.

Dolor; una simple palabra pero tan llena de significado. He llegado a comprender que el dolor es la emoción más fuerte que alguien puede llegar a sentir. Al contrario que cualquier emoción, es la única que todo ser humano tiene garantizado sentir en algún momento de su vida, y no hay ventaja del dolor, no hay aspectos positivos que puedan verlo desde otra perspectiva, solo existe la abrumadora sensación del propio dolor.

El dolor lento y constante del tipo que sobrevive cuando has sido herido repetidamente por la misma persona, y aun así aquí estás, aquí estoy permitiendo que el dolor continúe y nunca acabe.

He decidido que el dolor ardiente, abrasivo e inevitable es el peor. Ese dolor llega cuando por fin comienzas a relajarte, cuando por fin respiras pensando que algunos problemas son cosa del ayer, cuando en realidad son parte del hoy, de mañana y de todos los días después de mañana. Ese dolor llega cuando has puesto todas tus esperanzas en alguien y éste te traiciona tan completa e inesperadamente que el dolor te aplasta y te sientes como si casi no pudieras respirar, apenas aferrada a esa pequeña fracción de lo que sea que se queda en tu interior y que te suplica que sigas adelante, que no te rindas.

A veces la gente se aferra a la fe. A veces si eres lo suficientemente afortunado puedes apoyarte en alguien y confiar que te alejara del dolor antes de que te consuma. El dolor es uno de esos lugares horribles que una vez que los visitas, debes luchar por abandonarlo, e incluso cuando crees que has escapado, descubres que te han marcado de forma permanente. Si eres como yo, no tienes a nadie en quien apoyarte, nadie que te coja de la mano y te asegura que conseguirás salir de este infierno, solo te queda atar tus propias botas, coger tu propia mano y sacarte de allí tu misma.

lunes, 9 de octubre de 2017

Lo que no te mata...

Lo que no te mata,
a veces,
tampoco te hiere de muerte,
pero se te clava en el alma,
te angustia las noches,
sodomiza tus días
y te lleva, sin darte cuenta,
a perderte;
te cambia el carácter,
debilita tus ansias y
se apodera, durante meses,
de tu corazón y tu mente,
te convierte en un ser
melancólico, nostálgico,
esclavo de su propia suerte.
Lo que no te mata, a veces,
tampoco te hiere de muerte,
pero, lo que es seguro,
es que no te hace más fuerte...
Sólo algo más miserable.

sábado, 7 de octubre de 2017

Noches llenas de amargo sufrimiento a causa de una soledad ensordecedora.
Noches que se vuelven en la prisión de un alma que quiso soñar y viajar a los confines del espacio.
Noches de silencio y de pensamientos que corrompen a un ser que quiso creer, y que termino en la calle de la realidad.
Noches llenas de oscuridad, noches llenas de miedo, noches donde solo me encuentro yo, y mis fríos recuerdos...

domingo, 1 de octubre de 2017

Hablan de amor
sin haber visto tus ojos marrones aclararse,
cuando les da la luz del sol
un septiembre por la tarde.

Hablan de poesía
cuando no se han parado a recorrer
la autopista de tus lunares
a 120 y sin cinturón puesto.

Hablan de teatro,
de Shakespeare y Moliere,
sin haber visto el telón de tus pestañas
y la gente aplaudiendo con cada nuevo acto.

Hablan de paisajes
sin haberte contemplado tu espalda
con la luz del sol
iluminándote la vida;
iluminándome la vida.

O como cuando tú llegabas
y todo lo demás se iba.

Hablan de artillería pesada,
cuando no han tenido el placer
de escuchar tu voz en formato gemido.

Qué poco sabías,
que el cielo se encontraba en tus omóplatos,
en las yemas de tus dedos
tocando el piano de mi ombligo,
o en la curva de tu cuello.
Esa curva sí que valía la pena matarse recorriendola a máxima velocidad.

Y qué jodido es pensar,
en las seis letras de tu nombre,
cuando alguien me pregunta
por mí lugar favorito en el mundo.

O recordar tu risa,
cuando preguntan
por mi canción favorita
para descargar lágrimas que pesan en mis ojos.

Pero la gran putada,
es ver que bien te quedan estas palabras puestas,
cuando ya no eres mío,
y yo sigo escribiéndote a gritos ahogados en la penumbra de mi oscura habitación de madrugada...

 

domingo, 17 de septiembre de 2017

Te escribo...

Te escribo cada noche
tratando de esculpir con palabras
tu mirada,
escribo y describo los rincones
que aún no he visto de tu cuerpo,
lloro tinta que dibuja planes rotos
y sudo letras que se plasman
en un sueño cargado de mentiras.

La tormenta no cesa y
el goteo permanente de recuerdos
se hace charcos embarrados que
destierran cualquier tipo de buen recuerdo contigo,
te deshaces entre sombras
por las noches y
busco alguna realidad
a la que agarrarme
entre mis ansias rotas y
el corazón medio muerto.

Te escribo cada noche,
te busco entre párrafos 
en mí cuaderno,
mis versos cuentan siempre la misma historia,
una en la que tú ya no estás; sólo yo, con mí miseria y un corazón hecho añicos…

miércoles, 6 de septiembre de 2017

Muhammad era un niño, 14 años. Él y su abuela, de 87 años vivían en el piso 41.

Muhammad había quedado en custodia de su abuela desde los 5 años, su padre, promotor de productos a domicilio y su madre, ama de casa, aperecieron en la escena de un trágico accidente de coche.

La abuela era una anciana de muy pasada edad, necesitaba alimento, atenciones y cariño. Muhammad con mucho gusto cuidó de su abuela, cuando jurídicamente el rol debía ser al contrario...

Y comenzó a trabajar, el seguro no cubría las necesidades totales del hogar. Muhammad fue obligado a convertirse en ecónomo, pagaba la renta, los víveres, el consumo doméstico, los medicamentos de su abuela… en fin, el niño debía aprender a ser un adulto.

Su abuela, en el rincón, lloraba de impotencia y felicidad al mismo tiempo...

Una noche, de tantas tormentosas, el techo como siempre, goteando en las grises paredes de la habitación… La abuela llama a Muhammad para explicarle la última lección.

“Pequeño, la vida es una promesa, un regalo y una maravilla… la vida forma 2 sencillas personas: los que luchan y los que se resignan… yo a mi edad, soy de las que se resignan, pero tú, tú eres la más grande prueba de lucha en este lugar. Quiero decirte que me siento orgullosa y que tu regalo de cumpleaños será hablar con tus padres... Así que, anda ¡dime! ¿qué quieres que les diga?”

Muhammad, pensativo… abrazo a su abuela y las palabras danzaron toda la noche e incluso en la madrugada…

Cuando el alba posó por la ventana, la abuela ya había fallecido, y Muhammad, muy inocentemente continuaba charlando… y charló por días, semanas y meses… charló tanto que se olvido de luchar. Charló tanto, que se olvido de vivir...

jueves, 24 de agosto de 2017

Como la luna y el sol...

Éramos como la luna y el sol..
Yo era la luna, tú el sol...
Sí, así de diferentes...
Sin embargo;
la vida no tendría el mismo sentido
si sólo existiera la noche y la luna...
Necesitamos el día y el sol...
Por eso te quise tanto;
Porque tú diste sentido a mi vida
tan caótica...